domingo, 7 de junio de 2009

Ciudad de México

Domingo tranquilo.
Estable.
A. dice que es rebelde desde antes de nacer. La tuvieron que traer al mundo con fórceps.
Encuentro en La lechuza ciega, de Sadeg Hedayat:
"Desde la primera mirada, me había parecido que la conocía. No aspiraba en esta tierra más que a su amor y sólo a eso. ¿Podía conmoverme otra que no fuera Ella?

sábado, 6 de junio de 2009

Ciudad de México

Me llama Diana Coronado. Dice que se encontró mi novela: "El tiempo suspendido", en la mesa del comedor de una amiga suya. ¡Menuda sorpresa! Eso es lo que me gusta de la literatura, su naturaleza viajera, que no respete fronteras.
Termino novela "El hijo", le cambio el nombre: "Después de la lluvia".
Empiezo novela: "La cicatriz", otra novela breve, supongo. Uno nunca sabe...
Compré un texto de Robert Walser en el Fondo de Cultura Económica. Encontré "Esa visible oscuridad", de Styron, en la librería de Max, pero no tuve dinero para comprarla. La compraré más tarde.
El día termina de manera terrible. A. me dijo algo que me destrozó. Tendré que sufrir en silencio, pues no la quiero perder. Yo pensaba que lo nuestro había sugrido en el mismo momento y de la misma manera... Pero ahora veo que no fue así. Mi corazón se duele. Pero tendré que ser fuerte.

viernes, 5 de junio de 2009

Ciudad de México

Amanezco perturbado, a las 7 am.
Pongo las sonatas y los nocturnos de Chopin. Intento escribir un poco.
A las 9 am salgo a La Condesa, a un café cerca del Parque México, a seguir trabajando en la novela. El día de hoy no me promete gran cosa.

jueves, 4 de junio de 2009

Ciudad de México

Ayer me llamó la actriz Diana Bracho. Su esposo se puso mal y se lo iba a llevar al hospital. Su esposo ha sido su mayor apoyo. Dice que está peleada con la teconología, por lo que me entregará una hoja amarilla, con la contraportada de "El tiempo suspendido", escrita a mano. Impaciente, espero que su esposo se mejore. Y después, que termine de escribir mi contraportada.
Me encontré a Miguél Olmos en el café Guardatiempos de La Condesa (ya vendieron "La nave libertad"). Estoy considerando llevarlo a la Feria del Libro con Experiencia de Valle de Bravo, que mi maestra, Maricruz Patiño, me autorizó organizar. Ima gino a Miguel tocando en la guietarra música barroca o española, mientras los lectores hojean nuestros libros.
Hoy leeré, más tarde, el texto de Pedro Paunero sobre su experiencia ciclotímica.
Para mí hoy es un día más de estabilidad, total.
En el Videódromo, alquilo dos películas, una de Theo Angelopoulos, otra de Atom Egoyan. Dos directores que me gustan mucho. Sobre todo, el primero.
Me siento más cerca de A. que nunca.
Leí un fragmento del texto de Pedro Paunero. Cuando era pequeño, tenía unos 10 años, sentía la pulsión de salir a la calle, pararse en una esquina y gritar. Pedir que se terminaran las guerras, gritar en contra de todas las atrocidades del ser humano que él, a su corta edad, alcanzaba a vislumbrar.
Mi madre habla con Diana Bracho. Le dice que ha leído mi novela 3 veces y la ha conmovido mucho. También a su esposo.
Por la noche pierdo las esperanzas. Veo todo muy difícil. Vuelvo a pensar en el suicidio. No había pensado en esa posibilidad en mucho tiempo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Coatepec, Veracruz

Por la noche, salí a caminar. La vida en los pueblos es lenta, descansada, casi gratuita (igual que en los cafés). Dos mujeres, mayores, caminaban del brazo por una callejuela. Se respira un aire de absoluta tranquilidad. Dudo que pase mucho por aquí.
La plaza principal, donde está el quisco, está repleto de árbolitos frondosos. Hay mucho movimieno en una plaza tan pequeño.
De noche, iluminan de manera hermosa los campanarios de las iglesias. Unas iglesias pequeñas, de colores pasteles.
Voy a la iglesia a prometer. A prometerle a Dios o a prometerme a mí mismo. No lo sé. Voy a prometer una vida más disciplinada, más frugal (sólo con una vida con algunos toques de ascetismo se puede alcanzar una mayor espiritualiad), con una mejor actitud.
Ha dado un nuevo giro la novela "El hijo".
Empecé, otra vez, como por décima ves, la novela sobre mis vivencias con el trastorno bipolar. Me ha gustado más este comienzo. Necesito ser más disciplinado con mi literatura y con el trabajo.
Entré a una casona. Vendían canarios. Una casona antigua, con paredes rojas. El dueño de los canarios me explicó que se puede diferenciar a las hembras de los machos, por la intensidad de su color (los machitos tienen más intensidad en el color de sus plumas), en el canto, y en el vientre (las hembras lo tienen más hinchado cuando están en celo). La cabeza de las hembras es más pequeña. Hay canarios que asisten a concursos de canto. Pueden cantar más de un minuto, contra 15 segundos de un canario normal. Un canario de concurso llega a costar más de 200 dls.

martes, 2 de junio de 2009

Coatepec, Veracruz

Carretera.
El chofer, Jorge Aguilera, me narró que su suegra era partera. Las mujeres se "aliviaban" en su casa. Pero luego le dejaban a los niños. Le dejaron a 12 niños. Regaló 4 niños a las parejas del mercado, carniceros, verduleros. Los otros 7 se los quedó y se los regaló a sus hijas. La mujer de Jorge y él tienen a una hija de esas. Un día, en una fiesta, ya grande, llegó la madre verdadera. Pero la hija la desconoció y le dijo que los únicos padres que tiene son Jorge y su esposa.
La idiosincracia del pueblo mexicano.
Cita con la directora de cultura de Coatepec a las 5 pm.
Necesidad de escribir.
Pensé en una nueva estructura para escribir un fragmento de mi vida.
Extraño a A. La extraño mucho. Quiero ir a vivir cerca de ella.
Quiero trabajar.
Equilibrio.

lunes, 1 de junio de 2009

Ciudad de México

Lunes negro. Los acontecimientos me entristecen. ¿Cómo puede mi espíritu recobrar su serenidad? Aunque, a pesar de todo, vuelvo a estar en equilibrio.
Poco después de despertar, se reveló la trama de la novela, que hasta ahora me ha dado por llamar: "El hijo": Un escritor llega, trabajando en un barco carguero, a su fría ciudad de origen. Llega deprimido tras el intento fallido de publicar una novela que le tomó 4 años escribir (falta definir trama de esa sub-novela). Ahí está su novia de juventud. Espera un hijo de un hombre que la abandonó. El re-encuentro de estos dos seres solitarios hará que se vuelvan a unir, y el hijo jugará un papel importante. Falta definir el final.
El primer capítulo empieza así:
Durante los primeros meses del embarazo, Anna no sintió a su bebé. Le crecía la panza y el bebé se movía un poco, pero ella, espiritualmente, no lo percibía. Era como si viniera muerto. No lograba hacer contacto con él. Había escuchado que algunas mujeres embarazadas se sentían acompañadas todo el tiempo. Pero ella se sentía más sola que nunca. Quizá porque Vladimir la había abandonado.
El primer mes, después de que supo que estaba embarazada, pensó en practicarse un aborto. Finalmente, no tuvo el valor de hacerlo. Entrando en el sexto mes, el bebé empezó a patear con más fuerza la pared flexible del útero, como si quisiera recordarle que ahí estaba. Fue entonces cuando lo empezó a sentir, con un ímpetu indescriptible. Dejó de utilizar el «yo» y empezó a utilizar el «nosotros». Cambió el «voy» por el «vamos». Hizo conciencia de que su cuerpo era una especie de posada donde pasaría un tiempo el cuerpo de su hijo. La idea de llevar dentro de sí al cuerpo de su bebé, que con el tiempo se convertiría en un hombre grande, la horrorizaba y maravillaba al mismo tiempo.

Resultado de mi exámenes físicos: Litio: 0.4 (la mitad de la dosis terapéutica, todavía). Azúcar: 93, ya regularizada.
Entré a la iglesia. Recé a San Charbel y a Santa Rita de Casia. No sé si mis oraciones se quedaron impregnadas en dos trozos de madera o si, a través de esas imágenes, se fueron al cielo.
Desaparece un avión de Air France en el Atlántico, con 228 pasajeros.
Todo se arregló con A. Me siento más tranquilo. La amo.